ORACIÓN:
¡SI POR LO MENOS TUVIERA FE!
Desde lo
profundo de mi pequeño y confuso ser,
te grito
pidiéndote fe:
por una
visión que dé sentido a mi vida,
por una mano
que guíe y dirija mis pasos,
por un hogar
donde me sienta completamente acogido.
Te ofrezco
mis dudas, mis interrogantes, mis respuestas,
las múltiples
opiniones que he escuchado,
los
conflictivos reclamos a la lealtad
y, sobre
todo, mi silencio.
Que te
encuentre en mi silencio;
que mis
palabras no consigan ahogar tu voz.
Te busco en
mis palabras y en mis silencios.
Y Tú me
sigues esperando,
tanto cuanto
mi mente trabaja,
como cuando
descansa.
Me has sacado
fuera de mí
y has puesto
mis pies en dirección hacia Ti.
Sólo
descansaré cuando te encuentre,
mi origen, mi
fin,
mi Dios sin
nombre ni rostro.
Manténme
abierto a encontrarte
allá donde
menos me lo espere.
(Cf.
Joe Mannath, ¡Cómo
me has sorprendido!
p 87)
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