domingo, 20 de octubre de 2013

¿Para qué sirve rezar?

En el evangelio de esta semana Lucas nos narra cómo Jesús propuso una parábola a sus discípulos para explicarles cómo tenían que orar siempre sin desanimarse. Es la parábola del juez injusto y la viuda importuna que todos conocemos. 
    En nuestra vida diaria encontramos con frecuencia a personas que cuestionan abierta o veladamente la importancia de orar; los mismos cristianos también en determinados momentos llegamos cuestionar la eficacia de la oración.
   José Antonio Pagola nos ofrece una interesante y sabia reflexión que nos puede servir de respuesta a nuestra pregunta:

     "Sin duda son muchos los factores que han provocado la devaluación de la oración en nuestra sociedad. No es algo casual que hayamos ido perdiendo capacidad para invocar a Dios y de dialogar sinceramente con quien es la fuente de nuestro ser.
     En una sociedad donde se acepta como criterio casi único de valoración la eficacia, el rendimiento y la producción, no es extraño que surja la pregunta por la utilidad y la eficacia de la oración. ¿Para qué sirve rezar? Ésta es casi nuestra única pregunta.
     Se diría que entendemos la oración como un medio más, un instrumento para lograr unos objetivos determinados. Lo importante para nosotros es la acción, el esfuerzo, el trabajo, la eficacia, los resultados. Y, naturalmente, orar cuando tenemos tanto que hacer nos parece 'perder' el tiempo. La oración pertenece al mundo de 'lo inútil'.
     Esta sensación nos puede ayudar a descubrir el verdadero sentido de la oración cristiana. De alguna manera es cieto que la oración es 'algo inútil' y no sirve para lograr tantas cosas por las que nos esforzamos día tras día.
     Como es 'inútil' el gozo de la amistad, la ternura de unos esposos, el enamoramiento de unos jóvenes, la sonrisa de los hijos, el desahogo con la persona de confianza, el descanso en la intimidad del hogar, el disfrute de una fiesta, la paz del atardecer... ¿Cómo medir la 'eficacia' de todo esto que constituye, sin embargo, el aliento que sostiene nuestro vivir?
     Sería una equivocación pensar que nuestra oración sólo es eficaz cuando conseguimos lo que hemos pedido a Dios. La oración cristiana es 'eficaz' porque nos hace vivir con fe y confianza en el Padre y en actitud solidaria con los hermanos. 
     La oración es 'eficaz' porque nos hace más creyentes y más humanos. Nos abre los oídos del corazón para escuchar con más sinceridad a Dios. Va limpiando nuestros criterios y nuestra conducta de aquello que nos impide ser hermanos. Alienta nuestro vivir diario, reanima nuestra esperanza, fortalece nuestra debilidad, alivia nuestro cansancio.
     El que aprende a dialogar con Dios y a invocarlo 'sin desanimarse', como nos dice Jesús, va descubriendo dónde está la verdadera eficacia de la oración y para qué sirve rezar. Senciallamente para vivir. 
(J.A. Pagola, El camino abierto por Jesús. Lucas, pp 288-9)


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