martes, 2 de diciembre de 2014

Vivir el Adviento

Un año más nos presentamos ante la preparación a la Navidad. El adviento marca el fin del año litúrgico y que durante este año hasta llegar al comienzo del adviento, vivimos los grandes misterios de Jesús, asumidos por todos para nuestro bien en el camino del espíritu.
Sin duda, como dijo Pablo VI, (Marialis Cultus, 3-4), el Adviento es litúrgicamente mariano. María debe estar, y está presente en esa espera del nacimiento de su Hijo Jesús. Esa espera de María, esa espera del que viene, tendremos que trasladarla a nuestra vivencia personal en este adviento 2014, consideremos el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo y así vivir nosotros este adviento, desde una espera confiada,  intensificando el encuentro personal con Dios en la oración y desde una alabanza comunitaria que estremezca la tierra.
Lo que marca, naturalmente, con mayor fuerza el sentido y la vivencia de este tiempo son los domingos, con la distribución de sus lecturas en tres ciclos, viviéndolas y meditandolas nos ayudarán a mejor preparar la navidad:
- En el Evangelio, el primer domingo de los tres ciclos, está centrado en la venida definitiva del Señor al final de los tiempos, para realizar la plenitud de su Reino. El segundo y tercer domingo, el protagonista es Juan Bautista, que nos invita a preparar la venida del Señor y el cuarto domingo, el Evangelio nos presenta las escenas preparatorias del nacimiento de Jesús.
- En la primera lectura, leemos cada domingo textos de Isaias y de los demás profetas, que nos anuncia la obra de Dios salvador y la venida de su Mesías: los tres primeros domingos estas profecias evocan las grandes esperanzas de Israel, mientras que el cuarto, en sintonía con el evangelio, presentan las promesas más directas del nacimiento del Hijo de Dios.
- Y finalmente, están los textos de la segunda lectura, tomados de San Pablo o de las otras cartas apostólicas, que nos exhortan a preparar y a vivir la venida del Señor.

No dejemos pasar un adviento más sin vivirlo en profundidad, que Jesús el Señor nazca de una vez y en plenitud en nuestra alma y así comenzar a caminar en ese camino de fe, esperanza y caridad.

FELIZ Y SANTO ADVIENTO

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