martes, 18 de octubre de 2011

Saludo del Párroco


     Mi saludo de bienvenida a quienes entráis en este blog. Desearía que su visita os ayudara a descubrir la novedad de la persona de Jesús y su proyecto de vida, un proyecto que sin duda es proyecto comunitario.
Pienso en el sueño de Dios para nuestra comunidad y en los deseos que el Espíritu Santo pone en mi corazón. Dejemos actuar a Dios y no pongamos obstáculos a su obra. Déjate llevar por el aire del Espíritu hacia el sueño de Dios y cuando Jesús te dice « ¡Ven y sígueme!», pregúntate qué quiere de ti.
Sueño con una parroquia renovada, con el ardor de la primitiva comunidad cristiana, que «tenía un solo corazón y una sola alma» (He 4,32). Una comunidad construida sobre sus cuatro pilares: «Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (He 2,42). Es decir, cristianos con sed de Dios, sed de conocer y de experimentar cada vez más el misterio de Dios, en formación permanente, con una visión amplia y universal de la vida, que acogen la Palabra de Dios como luz y hacen del Evangelio vida.
Cristianos que valoran y velan por la comunión entre los hermanos sabiendo que cualquier pensamiento, deseo, palabra y acción crea comunión o división, por lo que han optado por poner la comunión como algo esencial para que se realice el sueño de Jesús: «… que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17,21).
Comunión que se hace solidaridad y compasión con los que sufren, los que no encuentran trabajo y están parados, con los enfermos y los pobres, tendiendo la mano, animando, dando vida, compartiendo los bienes. Es dejar que las entrañas compasivas de Dios se muestren a través de nuestra intimidad con Cristo. Es dejar que Cristo actúe a través de nosotros, reconociendo al mismo Cristo en el hermano que sufre.
Comunión que es acogida a todos aunque seamos rechazados. Comunión que la hace profundamente eclesial con toda la Iglesia Católica y con las otras Iglesias, en comunión con el arciprestazgo y toda la Iglesia Diocesana.
Sueño con una comunidad que participa asiduamente en la Eucaristía, que lleva la vida a la Eucaristía y hace de la Eucaristía vida. Y para ello, reconoce su pobreza, su necesidad de conversión y su necesidad de confesar sus pecados. Por eso es una comunidad que se santifica con la gracia de los sacramentos.
Sueño con una comunidad orante, donde todos sus miembros dedican todos los días un tiempo para estar con el Señor, para orar la vida, para pedir, dar gracias, alabar y adorar, desahogando el corazón en el Señor. Una comunidad que se reúne semanalmente al menos una hora para orar juntos por las necesidades del mundo, de la Iglesia, de nuestra comunidad y nuestras propias necesidades, con un espíritu contemplativo, de escucha, para luego lanzarse a la misión de lo que Dios nos pide.
Sueño con una comunidad donde todos sirven, porque el que no sirve está enfermo y necesita ser curado por Jesús. Cada uno sirviendo según sus cualidades, con una labor hacia fuera y hacia dentro, siendo «luz del mundo y sal de la tierra» (cf Mt 5,13-14).
Sueño con una comunidad que se deja evangelizar y lleva el Evangelio a quienes no lo conocen, a los hogares que no han escuchado hablar del proyecto de Dios en la persona de Jesús. Por tanto se trata de una comunidad en constante evangelización y en constante misión, en definitiva, misionera.
Una parroquia no formada por individualidades sino por personas que viven un sentimiento comunitario y fraterno, poniendo a Jesús en el centro de su vida.
La comunidad de Jesús es obra de todos. No hay tiempo que perder porque mañana puede ser tarde. Lánzate hoy mismo. Hay quien sigue a Jesús desde lejos, sin compromiso alguno, y hay quien le sigue de cerca, implicándose como miembro de la comunidad de Jesús ofreciendo su servicio humilde a los demás según el don de Dios recibido.
Una comunidad que acoge «la nueva evangelización» es una comunidad que atiende a su renovación espiritual. Sin vida de oración no hay transformación ni cambio, porque la vida de la comunidad la lleva el Espíritu Santo y eso se realiza a través de personas que se dejan abrazar en el amor de Dios nuestro Padre y siguen las huellas de Jesús, entregando sus vidas hasta alcanzar la gloria de Dios con todos los ángeles y los santos del cielo.
Y así nuestra parroquia será la Casa del Pueblo, el Hogar de todos, un espacio de acogida y fraternidad donde resplandezca el amor y la luz de Cristo.
Encomiendo este sueño a la Virgen María, en la advocación de la Inmaculada Concepción, patrona de nuestra comunidad, que nos acompañe en este camino y nos conceda un corazón limpio para ver a Dios en todo y en todos.
Únete a este canto de esperanza, donde los jóvenes sean portadores de una Iglesia viva, alegre, capaz de contagiar la fe, la esperanza y el amor.

Lázaro Albar Marín, vuestro párroco.

2 comentarios:

  1. Bonito y estimulante saludo. Nos alegra tenerte como párroco.

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  2. Al principio veía caras de extrañeza cuando íba a la misa del domingo a Campamento, hace ya un tiempo. Ahora son caras de alegría las que reconozco cuando voy a Formación, a la Oración de los viernes, a la Eucaristía de los domingos, a cursos de Oración... Gracias, Comunidad de Campamento.

    Miguel Ángel.

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