lunes, 23 de marzo de 2015

Domingo de Ramos

DOMINGO DE RAMOS, PAZ Y BENDICIÓN

Mirad como cantan los niños hebreos,
mirad sus gritos de júbilo:
"¡Hosanna al hijo de David,
bendito el que viene en el nombre del Señor!"

Se abren las puertas de Jerusalén para recibirlo,
pero ¿se abrirán las puertas de tu corazón 
para acogerlo?

Este Domingo de Ramos el Rey de la Gloria
quiere entrar muy dentro de tu corazón,
quiere que vivas la Pascua con Él.
Escucha los cantos de los niños,
en sus manos cimbrean
palmas y ramos de olivos.

Allí va Jesús, sentado sobre un asno,
cargando con el peso de nuestros pecados,
en su rostro se refleja la humildad
de quien desea ardientemente
entregar su vida.
Palmas y olivos, victoria y paz,
la victoria del triunfo sobre la muerte,
la paz que quiere alcanzar
a todos los corazones.

Ya se acerca mi Señor,
me ha mirado fijamente,
ha encendido mi corazón,
me ha llamado para que le siga.

Te seguiré, Señor,
aunque no tengas donde reclinar tu cabeza,
te seguiré más allá de mis posibilidades
porque tú vas por delante.

Viviré tu Pasión,
miraré a tu Madre y haré lo que ella me diga.
Sí, Jesús, quiero entrar contigo,
por las puertas de Jerusalén, 
por las puertas de la Pasión,
ser pisado como la uva
para dar vino de salvación,
y así salir santificado anunciando la paz,
anunciando la liberación.

Domingo de Ramos, sea un canto a la paz,
un canto de humildad a la victoria del amor.
Domingo de Ramos, sea una bendición.

(Lázaro Albar Marín, Los silbidos de Dios P.174-175)




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